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Pensar en verde aún no está maduro

En algunos países ya se comenzó a ver iniciativas en favor del medio ambiente impulsadas por el Coronavirus.

En París, por ejemplo, se están habilitando 650 km de “ciclovías corona”. En Milán se anunció un ambicioso plan para reducir el uso de coches y priorizar a peatones y ciclistas, como respuesta a la crisis causada por el virus.

Esperamos que esas iniciativas perduren en el tiempo y nuestra memoria a corto plazo no nos juegue una mala pasada. Y es que el respiro que está viviendo el planeta es temporal, advierten los expertos.

Porque para lograr una disminución notable en las cantidades de CO2 en la atmósfera, se debería lograr una reducción sostenida del 10% a nivel global en el uso de combustibles fósiles durante un año, según el Instituto de Oceanografía Scripps de la Universidad de San Diego, EE.UU.

La disminución en las emisiones de gases como el CO2 necesitarían ocurrir durante un periodo de tiempo largo y sostenido para que pueda tener un impacto medible en el clima. Los mayores beneficios que estamos viendo son de corto plazo y cuando la economía se recupere es probable que regresemos a las prácticas que teníamos antes.

Por eso, el efecto del coronavirus en el planeta depende de las decisiones que se tomen al momento de superar la crisis sanitaria, no durante ni a corto plazo.

Recuperación Verde

La Comisión Europea ha ratificado que sigue apostando por una Recuperación Verde en línea con el Pacto Verde Europeo. Y datos como los ofrecidos por la International Renewable Energy Agency (IRENA) en un informe publicado en mayo del pasado año apuntan que invertir en energías renovables para transformar el sistema energético es el camino correcto.

Aunque los efectos del coronavirus son para muchos más evidentes en este momento que los del cambio climático, en mi opinión no se debe descuidar el medio ambiente.

La crisis climática no nos dará la oportunidad de quedarnos dos meses en casa y luego volver a la normalidad. Cuando la crisis climática llegue, será más severa y no la va a solucionar de la noche a la mañana con una vacuna.

En este escenario, se está consolidando un movimiento en favor de una recuperación post coronavirus que refuerce la hoja de ruta ya establecida de transición hacia un nuevo modelo socioeconómico que sea climáticamente neutral, resiliente, sostenible e inclusivo.

Un estudio de más de 700 políticas de incentivos fiscales y en entrevistas a expertos a nivel global, demuestra que las políticas de estímulo verdes generan un mayor número de empleos, además de superiores retornos a corto plazo y un efecto multiplicador a largo plazo en comparación con las áreas más tradicionales.

En el ámbito de los impuestos y sanciones ambientales, sabemos que, en un escenario sin regulaciones, una empresa podría fabricar un producto de manera contaminante sin considerar su impacto sobre la salud del planeta o del medio ambiente. Esto es lo que en economía se conoce como externalidad. La finalidad de los impuestos verdes que, parecen tomar más importancia a raíz de nuestra actual crisis sanitaria, es obligar a pagar una tasa a los contaminadores bajo el principio de quién contamina paga, de tal forma que el precio refleje también el coste de estas externalidades.

Viviendas Sostenibles

Si nos centramos en el ámbito de la vivienda, que es el que nos compete en este caso, podemos decir que la sostenibilidad medioambiental de las viviendas es un aspecto cada vez más relevante en el mercado residencial.

Más de la mitad de los españoles pagaría más por una casa sostenible, según un estudio realizado por AEDAS Homes.

La compañía incide en que el 56,7% de los compradores estarían dispuestos a pagar un 13,4% más por una casa sostenible y pone cifra a ese aumento de presupuesto. Según el MITMA (Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana), el valor medio de las transacciones inmobiliarias de vivienda libre en el primer trimestre del año fue de 168.557 euros, por lo que casi 6 de cada 10 españoles estarían dispuestos a incrementar de media su presupuesto en 22.600 € -un 13,4%- si se trata de una vivienda sostenible y eficiente.

La sostenibilidad, y en concreto la eficiencia energética, es cada vez más importante a nivel global y en todos los sectores. Buen ejemplo de ello es que una parte muy importante de los fondos europeos irán destinados a la rehabilitación energética de edificios

El aumento del interés por la sostenibilidad coincide con un elevado nivel de conocimiento de la eficiencia de las casas por sus propietarios o inquilinos. Así, el 41,7 % de la población sabe cuál es el nivel de eficiencia energética de su casa, una etiqueta de la que deben disponer obligatoriamente desde 2013 todas las viviendas que se venden o alquilan.

Por comunidades, los cántabros son los que tienen más en cuenta la sostenibilidad medioambiental a la hora de elegir una vivienda (5,7), seguidos por los andaluces, extremeños y castellanomanchegos (5,6). Por el contrario, los vascos (4,8), canarios y madrileños (5) son los que menos valoran este aspecto. En esta línea, navarros, cántabros, castellanoleoneses y baleares son los más dispuestos a pagar más por una casa sostenible.

Miles de hectáreas quemadas cada año, vertidos incontrolados al mar, emisiones de gases tóxicos, tala incontrolada, desertización … Sin duda, todos debemos tomar parte en esta nueva realidad. Entes públicos y privados, organismos, gobiernos, ciudadanos…. sólo nuestra individualidad sumada al resto de individualidades lo harán posible.